Hace poco me puse a pensar profundamente acerca del arte de practicar. Cada vez que veo a mis estudiantes practicando, y cada vez que observo mi propia rutina de preparación para una audición, he ido notando cierta ley de disminución de rendimiento proveniente de la práctica excesiva. Si estamos de acuerdo con que la práctica hace permanente, entonces debemos tomar una mayor responsabilidad por nuestras acciones cada vez que tocamos nuestro instrumento y así cultivar un proceso fácil en vez de un esfuerzo excesivo.
Mi padre y yo hemos disfrutado por muchos años de hobbies como correr y el ciclismo. Me parece interesante observar la evolución de entrenamientos recomendados para atletas durante los últimos 50 años. En los tiempos de colegio y universidad de mi padre, él solía correr los 800 metros en pista y en campo. En su práctica de pista, su entrenamiento consistía simplemente en correr 400 metros junto con sus compañeros de equipo una y otra vez hasta que ninguno pudiera correr más. Variaciones en este tema hay en abundancia pero basta con decir que esto era más que todo un tema de orgullo el alcanzar el agotamiento extremo al final de cada práctica en los 1960’s.
Cuando yo estaba en el colegio las cosas eran un poco diferentes pero, en defensa de mis entrenadores, pienso que muchas de mis propias expectativas han de haber sobrepasado las metas de nuestros entrenamientos. Para mi era muy difícil pensar en tener un día liviano o un día libre. Como resultado, casi siempre terminaba exhausto al final de cada carrera ya que había utilizado todas mis energías al durante la práctica y al principio y mediados de la carrera.
Durante los últimos cinco años me he interesado mucho en el ciclismo. He llegado a comprender bastante bien el rito cardíaco por medio de libros escritos por el entrenador de Lance Armstrong, Chris Carmichael. El pulsómetro (monitor de ritmo cardíaco) monitorea las pulsaciones por minuto del corazón durante cada ejercicio. Si es utilizado correctamente, el pulsómetro ayuda a mantener el control de cuando el entrenamiento sobrepasa el límite de esfuerzo saludable. Pienso que en caso de no tener un pulsómetro, una buena manera de monitorearte a ti mismo/a es tratando de mantener una conversación mientras corres o andas en bicicleta sin que te falte el aliento.
Para no entrar en muchos detalles, durante un entrenamiento muy exigente, llega el punto en el que las células de la sangre no pueden llevar suficiente oxígeno al los músculos que éstos necesitan para poder mantener el nivel de energía exigido. El corazón necesita bombear sangre cada vez más rápido pero igual nunca es suficiente, entonces el cuerpo produce pequeñas cantidades de adrenalina para mantener el nivel necesario de ejercicio.
Como consecuencia de este proceso anaeróbico (yo sé que es más complicado, pero no soy doctor) se produce el ácido láctico, lo cual es lo que nos causa cierto dolor al siguiente día después de un ejercicio intenso. Esto puede empeorar. Si te ejercitas de esta manera todos los días, la adrenalina eventualmente pierde su efectividad en el tejido muscular, haciéndolo así tenso y delicado en vez fuerte y flexible (piensa en pollo congelado en vez de descongelado).
A pesar de tener buen progreso al principio, la mayoría de los atletas que se ejercitan de esta manera sufren obstáculos en su mejoramiento que solo pueden ser superados por medio del descanso.
Lo más destructivo que puede lograr el trabajo excesivo es lograr un estado mental asociado con el tipo de entrenamiento. La práctica hace permanente, de tal manera que los entrenamientos que exceden tus límites aeróbicos producirán que tu ritmo cardíaco aumente cada vez, ya sea corriendo una carrera de 10k o subiendo las escaleras, tu corazón se acelerará pasando del límite aeróbico al rango anaeróbico. Esencialmente, cualquier persona llegaría al punto en que la práctica de solamente ejercicios extremos sería relativamente imposible debido a la práctica constante del esfuerzo supremo del corazón y los músculos. Esto seguro de que todos hemos visto colegas que tocan sus instrumentos de esta manera y que son incapaces de cambiar su tono de la mismo modo, por ejemplo, una banda de desfile suena muy diferente a Saint-Saëns No. 3.
En relación a la hora de practicar, podemos encontrar varias similitudes con la anécdota anterior. Algunos aspectos de tocar el trombón requieren cierta cantidad de fuerza para alcanzar, por ejemplo, el registro agudo, tocar forte, etc. Si practicáramos todo el tiempo agotando al máximo el nivel físico, entonces nuestra mente empezaría a asociar el trombón con dificultad y esfuerzo innecesario que ultimadamente disminuye nuestra confianza y el disfrute musical.
Además, esto trae como resultado al tocar el trombón un sonido agresivo en los forte difícil de afinar, y en los piano un sonido sucio.
Muy frecuentemente, la flexibilidad en el instrumento sufre también, tanto así que tocar pasajes líricos y ligados es prácticamente imposible por l tensión de los músculos. Y por último, la articulación sufre simplemente por que los labios están tan tensos que no pueden vibrar.
También podemos observar similitudes en lo bueno y lo malo de grandes cantidades de práctica. No siempre es bueno practicar en grandes cantidades cada día. Piensa en lo absurdo que sería entrenar para una maratón corriendo dos o tres carreras de 26 millas cada día. Podría ser bueno tener un día con 5 horas de práctica, ocasionalmente, distribuidas en varias sesiones, recomendablemente de menos de 45 minutos cada una.
Hay un punto en cada sesión de práctica en la que encontrarás la ley de disminución de rendimiento de tal manera que entre más sigas tocando durante la sesión, ésta se vuelve más ineficiente. Si te encuentras con esto en tu rutina, tal vez lo mejor es que reduzcas el registro y el volumen con el que tocas por un tiempo. Adicionalmente, me he encontrado con que me es beneficioso hace buzzing de estudios del Bordogni, una frase a la vez: 3 veces buzzing y una vez tocando todo el ejercicio. Si notas cierta “suciedad” en tu sonido cuando haces buzzing, tal vez sea bueno que dejes el instrumento de un lado por 24 horas y que hagas ejercicios fáciles de buzzing por un rato. Cuando vayas a practicar tus forte y tu registro agudo recuerda evitar tocar hasta llegar al punto de agotamiento máximo. Mantente relajado/a y notarás que se te hará más fácil tocar agudo y forte y con un mejor sonido. Ten en cuenta que el registro y el volumen aparecen en pequeñas cantidades y que eventualmente lograrás tocar desde Bolero o Tannhäuser de principio a fin con un buen sonido. Como dicen, come tu sándwich un mordisco a la vez, y mastica despacio – no vas a querer atragantarte poniendo el sándwich entero en tu boca y luego preguntarte por que es que te estas ahogando. Tu meta es asociar el éxito con asuntos que tengan que ver con el registro y el volumen, lo cual te hará sentirte más cómodo en una presentación en vivo.
Tu mente tiene la tendencia de volver al pasado cuando te pones nervioso/a así que en vez de esto reflexionas en el proceso fácil del éxito, se te hará más fácil tocar bien que si crearas tu propia historia basada en fracaso y sobre esfuerzo.
Recuerda que el éxito no es fruto de la cantidad de horas de práctica, sino de la calidad de estas. La práctica hace permanente (será que ya había dicho esto?) así que toma en cuenta como es que quieres sonar todos los días, no una vez a la semana, y trátate bien. Es importante que hagas esto y que escuches músico con sonidos impecables no en cd, sino en vivo cada vez que tengas la oportunidad. Menciono este último punto como un medio tener una práctica exitosa sin necesidad de utilizar el instrumento, por que de vez en cuando todos somos culpables de prácticas sin sentido y sin metas – solo estamos ahí para pasar el rato. Tener una meta clara acerca de tu sonido te dará buena dirección hacia el éxito.